sábado, 22 de diciembre de 2012

Historia



Las leyes del Ajedrez y el movimiento de las piezas tradicionales, han sido las mismas desde el Siglo VI del segundo milenio.  Los cambios que se llevaron a cabo, han acelerado el ritmo del juego tal como permitir a los Peones avanzar dos casillas en su opción de primer movimiento (OPM).  

Los orígenes del Ajedrez no son muy claros. Cierta evidencia presentada por David Li en “Genealogía del Ajedrez” muestra muy claramente que fue desarrollado en China  en el segundo siglo A.C. pero no fue sino hasta el séptimo Siglo que se hace referencia del juego en la literatura. De acuerdo a ciertas fuentes (Forbes, Historia del Ajedrez, 1860) el juego fue inventado entre cuatro o cinco mil años atras por la esposa del Rey Ravana de Ceilán, cuando la capital fue sitiada por Rama.

Inicialmente se pensó que el ajedrez era de origen egipcio. Entre los objetos hallados en la tumba de Tutankamón fueron encontradas piezas de un juego que se supuso habría pertenecido a un juego del que habría derivado el ajedrez. Tiempo después hubo que descartar esta teoría.

La primera mención del Ajedrez se encuentra en un poema Persa en el cual menciona que el advenimiento del juego se desarrolló en la India. El Ajedrez emigró a Persia (Irán) durante el reinado del Rey Chosroe-I Annshiravan (531-579) y se describe en un manuscrito Persa de ese periodo.  Dicho texto explica la terminología, nombres y funciones de las piezas con cierto detalle.


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Evolución del ajedrez desde su supuesto origen en la India




El Ajedrez también es mencionado en los poemas de Firdousi, un poeta Persa del Siglo X, en el cual él menciona presentes que son introducidos por una caravana del Rajah de la India en la corte del Rey Persa Chosroe-I.  Entre esos regalos, se encontraba un juego que simulaba una batalla entre dos ejércitos.  Registros señalan que había originalmente cuatro tipos de piezas usados en el Ajedrez.  

Quizás el primer vestigio palpable que se tiene hasta la fecha de una forma de ajedrez, data de 500 años antes de la era cristiana y fue descubierto en la India (el valle del Indo) bajo el nombre de Chaturanga o juego del ejército.  Este juego lo jugaban cuatro personas que utilizaban dados sobre un tablero de 64 casillas sin distinción de colores. El Shatrang (Sánscrito en Hindú) significa "cuatro" y anga significa "destacamiento".

Disposición inicial de las piezas del chaturanga, precedente del ajedrez actual.




En la dinastía Sassanid (242-651 DC) un libro fue escrito en idioma Medio Persa Pahlavi llamado "Chatrang namakwor" (un manual del Ajedrez).  El Shatrang (Ajedrez) representa el universo de acuerdo a un antiguo misticismo Hindú.  Los cuatro lados representan los 4 elementos (fuego, aire, tierra y agua) y las cuatro "gracias" del hombre.  Aunque los nombres de las piezas son diferentes en varios países hoy, sus movimientos son sorprendentemente similares.  En Persia, la palabra "Shatrang" se usó para nombrar al Ajedrez mismo.


En el Siglo VIII, los Moros invadieron España y el Ajedrez se propagó por Europa.  El juego fue introducido al mundo Occidental al conquistar los Musulmánes territorios de India y Persia al Oriente y España al Occidente.  La primera mención del Ajedrez se encuentra en el Testamento Catalán de 1010 DC.  Un juego de Ajedrez le fue obsequiado como presente a Carlos Magno de parte del famoso soberano Musulmán Haroon-al-Rashid.  


Los Musulmánes también conquistaron Sicilia y el juego llego a Rusia probablemente a través de las rutas de comercio Caspio-Volga.  Los nombres de las piezas Rusas claramente indican el orígen Persa y Arabe del juego.

En poemas populares de Rusia, el Ajedrez se menciona como un juego popular.  Los Vikingos llevaron el juego al noreste de Europa a través del mar Báltico.  El Ajedrez arribó a Alemania alrededor del Siglo XI con la referencia más reciente del juego hecha por el Monje ‘Froumund von Tegermsee’.  El Ajedrez se extiende a Italia desde Alemania y más tarde a Inglaterra e Irlanda.  También llego a Escandinavia por el Siglo XI y a Bohemia desde Italia.  La creciente popularidad del Ajedrez se confirma por la gran cantidad de literatura que ha sido impresa a través de los últimos Siglos.


Los más antiguos de estos problemas de Ajedrez (Mansubat) fueron escritos por el autor Arabe Al-Aldi en el Siglo IX quién también menciona las diferencias entre las reglas del juego Hindú y Persas.  Partidas a ciegas, contiendas formales, problemas de Ajedrez, el primer libro de Ajedrez y Torneos, eran conocidos mas alla del Siglo VII. A la fecha, el juego tradicional de Ajedrez es muy similar al juego original que se practicaba en la India 1400+ años atras (p.e., la estructura del juego no ha sido alterada significativamente).

En las guerras del Oriente, una batalla podría ser decidida por la muerte o captura del Rey lo cual en términos de Ajedrez se conoce como Shah-mat (Jaque Mate).  Por lo tanto dos ejércitos se enfrentan uno al otro.  Uno puede tratar un asalto frontal o maniobras pacientes de acorralamiento.  Uno puede engañar o regalar Peónes malos, o hacer sacrificios con el fin de emboscar al enemigo y capturar al comandante en jefe: el Rey.

Los Persas recibieron al Ajedrez con entusiasmo.  Los Califas, soberanos del mundo Musulmán, mantuvieron profesionales del Ajedrez en sus Cortes a través de de los Siglos IX y X. El Ajedrez fue traído a Europa por los Moros en España antes de 1,000 DC. Hubo gran confusión por la Europa medieval en relación a los nombres de las piezas.  Los elefantes se convirtieron en Arqueros en España, Portadores-Comúnes en Italia, Mensajeros en Alemania, Bufónes de la Corte en Francia y Alfiles en Portugal, Inglaterra, Irlanda e Islandia.

El ‘rukh’ (Carruaje de guerra) fue otro enigma.  En 1527, un poeta italiano, Vida, extravagantemente identifico a la Torre como un elefante con una Torre en el lomo tal como fue usado por Hannibal diecisiete Siglos antes.  Esto se arraigó, pero el elefante era difícil de esculpir y desapareció quedando solo la Torre.

La primera gran contribución de Europa al Ajedrez se sucitó por los años 1,000 DC: un tablero con casillas de color alternadas para asistir a la vista (anteriormente no era así). Para detalles mas completos, se puede observar al juego Japonés Shogi.  Un siglo mas tarde vino una segunda contribución:  el aceleramiento de la Apertura, dandole a los Peones la opción de avanzar dos casillas en su primer movimiento.  Por el año de 1580, un Italiano sugiere transformar a la Reina en la pieza más poderosa en vez de la más debil.


La promoción de Peón, hasta ahora un incidente menor, se convitió en un cataclismo. La longitud promedio de una partida se acortó a la mitad.  Al mismo tiempo, la pieza que llamamos Alfil, que anteriormente estaba muy restringida, fue delimitada.  El nuevo juego fue apodado "Scacchi all rabiosa" (Ajedrez rabioso) por los Italianos y "Echecs de la dame enragee" (El Ajedrez de la Reina enloquecida) por los Franceses.

Pero barrió Europa como un fuego forestal, con excepción de Rusia, donde las grandes masas se apegaron al juego antiguo por más de dos Siglos después.

Cuando el Rey Alfonso X, El Sabio, bautiza al juego con el nombre de axedrez y escribe un tratado para la enseñanza de sus reglas, ya se trataba de un juego eminentemente caballeresco.

Durante el Renacimiento, en Italia, toma la forma con que conocemos al ajedrez en nuestros días. Antes se trataba de un juego de maniobras muy lento, en el que las partidas duraban varios días.

El primer libro de ajedrez moderno fue impreso y publicado en Valencia a finales del siglo XV y uno de los mejores jugadores de la época fue el fraile español Ruy López de Segura.

A partir, del siglo XVII se considera que empieza el ajedrez contemporaneo y con ello un juego que muchos conocemos y disfrutamos. 

Italia se impuso sobre España como el país líder del Ajedrez en el Siglo XVII.  Hasta el siglo XVIII el ajedrez era un juego predilecto especialmente de la nobleza y la aristocracia, pero comienza a popularizarse hasta llegar a jugarse en cualquier ámbito. Las normas y su reglamento han variado a través del tiempo, pero sigue siendo un juego de lógica, y concentración. En el Siglo XVIII, la supremacía se pasó a Francia. Por el Año de 1840, Londres se convirtió en el principal centro Ajedrecístico.  

Por encima de todo, el ajedrez provee un sentido de continuidad con el pasado - de pertenecer a una gran familia de amantes del Ajedrez que se extiende a través de miles de años y que abarca a todas las naciones desde los tiempos de los Reyes Egipcios (y probablemente desde mucho tiempo antes) hasta el presente de hoy.

Existen muchas historias y leyendas sobre el origen del ajedrez pero particularmente recuerdo la que me contó mi papa cuando era niño, sobre el joven Lahur Sissa quien era un pobre y modesto brahmán (miembro de una casta sacerdotal indú que reconoce a Brahma como su Dios) y que vivió hace muchos siglos en la provincia de Taligana, al norte de la India, en el continente asiático.


En aquellas lejanas tierras gobernaba un magnánimo Rey llamado Iadava. Cierto día las huestes del aventurero Varangul invadieron el reino, desatándose una cruenta guerra. Iadava, que era un excelente estratega, derrotó a sus enemigos en los campos de Dacsina, pero en el fragor de la lucha perdió a su hijo, el príncipe Adjamir.

Este incidente lo abatió profundamente y se pasó los días subsiguientes encerrado en Palacio reproduciendo, en una gran caja de arena, las alternativas del combate donde perdió al único heredero de la dinastía. Los sacerdotes elevaban sus plegarias y de todas partes llegaban obsequios y diversiones para tratar de sacar al rey de su aflicción; mas todo parecía en vano.



Algún tiempo después, un inesperado visitante llegó al Palacio solicitando una audiencia con el Rey. Al interrogársele sobre el motivo de su petición, el joven se identificó como Lahur Sissa y había viajado durante treinta días desde la aldea de Namir, para entregarle a Su Majestad un modesto presente que lo sacaría de su tristeza, le brindaría distracción y abriría en su corazón grandes alegrías.

Iadava al enterarse de las intenciones del desconocido ordenó que lo hicieran pasar de inmediato. Sissa presentó al Monarca un gran tablero dividido en 64 cuadritos y sobre este colocó dos colecciones de diferentes piezas. Le enseñó pacientemente al rey, los ministros y los cortesanos de la Corte la índole del juego y las reglas fundamentales:

- Cada uno de los jugadores dispone de ocho piezas pequeñitas, llamadas Peones. Representan la infantería que avanza sobre el enemigo para dispersarlo. Secundando la acción de los peones vienen los Elefantes de guerra (las torres), representados por piezas mayores y más poderosas; la Caballería, indispensable en el combate, aparece igualmente en el juego, simbolizada por dos piezas que pueden saltar como dos corceles sobre las otras, y para intensificar el ataque se incluyen -representando a los guerreros nobles y de prestigio-los dos Visires (alfiles) del Rey. Otra pieza dotada de amplios movimientos, más eficiente y poderosa que las demás, representará el espíritu patriótico del pueblo y será llamada la Reina [la dama]. Completa la colección una pieza que aislada poco vale, pero que amparada por las otras se torna muy fuerte: es el Rey.

En pocas horas el Soberano comenzó a jugar fascinado por el nuevo pasatiempo, consiguiendo derrotar a varios miembros de su Corte en partidas que se desenvolvían impecablemente sobre el tablero.

En determinado momento el Rey hizo notar, con gran sorpresa, que la posición de las piezas, por las combinaciones resultantes de diversos lances, parecía reproducir exactamente la batalla de Dacsina. Intervino entonces Sissa para decirle:

- Piensa que para el triunfo es imprescindible que sacrifiques a este Visir (alfil), pero te has empeñado inutilmente, Señor, en defenderlo y conservarlo.

Con esta aguda observación el Monarca comprendió que en ciertas circunstancias, la muerte de un Príncipe es una fatalidad que puede conducir a la libertad y la paz de un pueblo.

- Quiero recompensarte por este magnífico obsequio -dijo el Rey.

- Mi mayor premio es haber recobrado la felicidad de Vuestra Majestad -respondió Sissa.

- Me asombra tu humildad y el desprecio por las cosas materiales, pero exijo que selecciones, sin demora, una retribución digna de tan valioso regalo. ¿Quieres una bolsa llena de oro?, ¿Deseas un arca llena de joyas?, ¿Pensaste en poseer un Palacio?, ¿Aspiras a la administración de una provincia?. Aguardo tu respuesta, ya que mi palabra está ligada a una promesa.

- Aprecio vuestra generosidad, Majestad, y como obediente súbdito me veo en la obligación de escoger; pero no deseo joyas, ni tierras, ni palacios. Deseo que me recompenses con granos de trigo, los cuales deberán ser colocados en el tablero, de la siguiente forma: un grano por la primera casilla, dos para la segunda, cuatro para la tercera, ocho para la cuarta y así duplicando sucesivamente hasta la última casilla.

Iadava, al oir el extraño e ínfimo pedido del joven, lanzó una sonora carcajada y, tras burlarse de su modestia, ordenó que se le diera lo que había solicitado. Al cabo de algunas horas los algebristas más hábiles del reino le informaron al Soberano que se necesitarían:

18.446.744.073.709.551.615 granos de trigo!!

Concluyeron los algebristas y geómetras más sabios, que la cantidad de trigo que debe entregarse a Lahur Sissa equivalía a una montaña que teniendo como base la ciudad de Taligana, fuese 100 veces más alta que el Himalaya. La India entera, sembrados todos sus campos y destruídas todas sus ciudades, no bastaría para producir durante un siglo la cantidad de granos calculada.

El Rey y su Corte quedaron estupefactos ante los cálculos estimados. Por primera vez el Soberano de Taligana se veía en la imposibilidad de cumplir una promesa. Acto seguido, Sissa renunció públicamente a su pedido y llamó la atención del Monarca con estas palabras:

- Los hombres más precavidos eluden, no sólo la apariencia engañosa de los números, sino también la falsa modestia de los ambiciosos (...). Infeliz de aquel que toma sobre sus hombros los compromisos de honor por una deuda cuya magnitud no puede valorar por sus propios medios. Más previsor es el que mucho pondera y poco promete.
Estas inesperadas y sabias palabras quedaron profundamente grabadas en el espíritu del Rey. Olvidando la montaña de trigo que, sin querer, prometiera al joven brahmán, lo nombró su Primer Ministro. Cuenta la leyenda que Sissa orientó a su Rey con sabios y prudentes consejos y, distrayéndolo con ingeniosas partidas de ajedrez, prestó los más grandes servicios a su pueblo.






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